El Tajo de las Figuras y el Arte Sureño

En el periodo Neolítico, el arte de la pintura cambia el rumbo y abandona el naturalismo paleolítico. De esta manera, se desarrolla un estilo de pintura rupestre en la zona levantina de la Península Ibérica basado en la pintura de escenas de caza en rocas al aire libre, con representaciones esquemáticas de figuras humanas.

La pintura esquématica se cree que tuvo dos rumbos: una que sería la evolución de la de la zona del Levante; y otra procedente del Mediterráneo Oriental. En este nuevo estilo, las formas naturales terminan convirtiéndose a veces en meros signos, tan distantes de la realidad, que sólo conociendo las diversas etapas de su evolución es posible saber lo que representan.

Así, por ejemplo, la figura humana se transforma en una circunferencia atravesada por un rasgo vertical para indicar las piernas; y la cornamenta del ciervo se convierte en unos motivos alargados en forma de peine.

En definitiva, se abrevia el arte respecto a la época del Neolítico, porque lo exigía una nueva mentalidad mejor avenida a lo abstracto que a lo vivo o lo real. Los animales pierden el cuerpo quedando en un simple ramaje de cuernos y los hombres también se simplifican y se representan menos reales.

Pinturas importantes y representativas de este periodo son las del Tajo de las Figuras, aunque hay que aclarar que no son las únicas de la comarca.

De hecho, hasta en tres términos municipales jandeños se puede contar más de una decena de pinturas neolíticas: Benalup-Casas Viejas (24), Medina Sidonia (18) y Alcalá de los Gazules (10).

Todas estas pinturas rupestres se encuentran dentro del denominado Arte Sureño, que comprenden las provincias de Cádiz y Málaga, y suponen uno de los conjuntos de este tipo más importante de Europa.

Entorno

No cabe duda de la importancia que tuvo el entorno para el establecimiento en la zona de comunidades de hombres prehistóricos, que abandonado el nomadismo del Paleolítico, en el Neolítico comenzaron a ser sedentarios y permanecer en un mismo lugar durante un largo periodo de tiempo.

En este sentido, el paraje jandeño era ideal para que existieran grandes concentraciones humanas. La antigua Laguna de la Janda era un entorno ideal situada en el margen derecho del río Celemín y al pie de sierra Momia, con abundante agua y presas, aves y peces para alimentarse todo el año.

Por ello, hay un conjunto de varios abrigos con pinturas –la Cueva del Tajo de las Figuras, del Arco, Cimera o e los Cochinos, Negra, Alta, del Tesoro o de la Paja y de los Pilones– de los cuales el más importante de ellos es el que da el nombre al Conjunto Rupestre del Tajo de las Figuras.




Pinturas

Sobre lo que se puede ver pintado en las paredes de estas cuevas hay tres tipos de figuras: humanas, animales y signos abstractos. De entre todos, destacan los ciervos, tan abundantes que algunos expertos hablan de que los prehistóricos lo consideraban como un dios. También hay muchos dibujos de peces y de hombres cazando.

La razón de que los hombres de épocas antiguas hicieran estas pinturas es hoy en día una incógnita.

En cualquier caso lo que sí es indudable es que las representaciones de las cuevas del Tajo de las Figuras son una de las muestras artísticas más importantes de la provincia y merece la pena verlo.

¿Pinturas paleolíticas o neolíticas?

Aunque algunos autores han defendido que las cuevas del Tajo de las Figuras pudiera tener algunas pinturas de origen Paleolítico, lo cierto es que parece ser que no es así.

En 1991, los historiadores Guadalupe Torra Colell, Martí Mas Cornellá y Sergio Ripoll López publicaron la existencia de grabados paleolíticos en el Tajo de las Figuras.

No obstante, en 2005, durante la II Jornadas de Arte Rupestre del Parque Natural los Alcornocales, el investigador y catedrático de la Universidad de Alicante, Mauro Hernández Pérez, zanjó las dudas y confirmó que no existían en esa cueva grabados neolíticos.

Posiblemente, el hecho de que en el entorno haya cuevas de origen del Paleolítico Superior, como las cuevas del Moro en Tarifa, que representan el arte paleolítico más meridional del continente europeo; o la gran cantidad numérica y temática de grabados en el Tajo de las Figuras, hizo pensar que en alguna parte hubiese algún resto paleolítico, pero las últimas investigaciones apuntan a que no.

Hay quien sostiene que algunos de esos indicios paleolíticos no son más que huellas que ha dejado el tiempo manifestado en forma de erosión. O, incluso, también, la marca que dejaron sobre las pinturas los nidos de avispas que Juan Cabré y Eduardo Hernández-Pacheco quitaron cuando empezaron a investigar esta cueva allá por 1913.

No obstante, es precisamente este hecho el que da un valor especial al Arte Sureño, ya que es capaz de ofrecer en pocos kilómetros representaciones artísticas de las diversas etapas de la antigüedad, gracias a lo que se puede ver la evolución humana.

A las mencionadas cuevas del Moro (Paleolítico Superior) y Tajo de las Figuras (Neolítico), hay que sumar, por ejemplo, la cueva de Bacinete en Los Barrios (Edad de Bronce) o la cueva de la Laja Alta en Jimena, que es un ejemplo de Arte protohistórico.

Piden que el Arte Sureño sea Patrimonio de la Humanidad de la Unesco


La Unesco incluyó en 1998 en la lista del Patrimonio de la Humanidad el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, que abarca desde los Pirineos hasta Granada.

No obstante, el Arte Sureño de la provincia de Cádiz, en el que se encuentra el Tajo de las Figuras, fue excluido de esta lista, pese a que es la continuación natural del conjunto de arte rupestre que conforma todo el Arco Mediterráneo.

Hace unas fechas, el Pleno de Diputación de Cádiz acordó instar a los organismos y administraciones competentes a realizar los trámites oportunos para que sea incluido este Arte Sureño, donde se encuentran las pinturas rupestres del Campo de Gibraltar y La Janda, en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, el organismo perteneciente a Naciones Unidas.

La aprobación fue adoptada por unanimidad de los grupos de la Corporación provincial (PSOE, IU, PP y PA) y se trasladó a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, al Gobierno central y a la Asociación Gaditana para el Estudio y la Defensa del Patrimonio Arqueológico.

Con esta propuesta, presentada por los grupos que conforman gobierno en Diputación, se pretende proteger un patrimonio histórico “muy vulnerable y carente de suficientes medidas de conservación”.

Además, se señaló que si la iniciativa prospera, serían más accesibles para los visitantes las cuevas donde se encuentran las pinturas.

En el debate de la moción se estimaron seis cuevas que sí cuentan con un cierto grado de protección: El Ciervo, la Bailadora y Bacinete en Los Barrios; la Laja Alta en Jimena; la Cueva del Moro y Atlanterra en Tarifa, y finalmente, el Tajo de las Figuras en Benalup-Casas Viejas.

No obstante, señalaron que hay más de un centenar de cuevas “desprotegidas”en el Campo de Gibraltar y La Janda, la mayoría con pinturas post-paleolíticas. La inclusión en el listado de Patrimonio Mundial de la Unesco permitiría salvaguardar este patrimonio.

En 1998 la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura sí reconoció el denominado Arco Mediterráneo en dicho Patrimonio: una delimitación que dejaba fuera a las provincias de Cádiz y Málaga.

Años de malas prácticas

El mismo día que la Diputación instó a que se reconociera el Arte Sureño como Patrimonio de la Humanidad, también recordó el maltrato que han sufrido muchas de estas cuevas –como la del Tajo de las Figuras– a lo largo de los años.

El Pleno de la Diputación indicó que en la actualidad, pese a que la Ley de Patrimonio Histórico reconoce el estatus de Bien de Interés Cultural para estas cuevas, las manifestaciones rupestres están “sufriendo la degradación de las inclemencias meteorológicas, de la presencia de animales que usan estas oquedades como refugios y, sobre todo, del vandalismo humano”.

Sin ir más lejos, la cueva de Atlanterra, en Tarifa, con pinturas paleolíticas de la misma época que las de la conocida cuevas de Altamira, han sufrido en varias ocasiones actos vandálicos.

En cuanto al Tajo de las Figuras, tampoco se ha librado de estos actos desde que los investigadores se interesaron por esta cueva allá por el año 1913. Durante muchas décadas se tomó la costumbre de mojar las paredes de la cueva con agua para ver mejor las pinturas y enseñarlas a los turistas. Como resultado de esta práctica se depositó una gruesa capa de cal encima de las mismas.

Al parecer también los investigadores extranjeros que estudiaron las cuevas a mediados de siglo las deterioraron al copiar las pinturas con una técnica que dañaron su color. A principios de 2005 se realizaron trabajos de restauración.

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